Hay veces en que sólo podemos aceptar lo que sea y nada más. Es una manera de afrontar lo que está ocurriendo sin desgastarnos en analizar mil por q inútiles, que lo único que hacen es lastimarnos.

He comenzado a escribir el artículo de esta semana con este enunciado porque creo que es un mensaje importante que nunca paramos a analizar. Aceptar las cosas tal y como son, son desvirtuarlas, sin cambiarlas y sin buscar otras alternativas, no es un modo de conformismo o de abandono, si no la capacidad de entender que lo que nos está pasando es eso realmente, sin más excusarnos en palabras o hechos vacíos.

Es de ser valientes saber centrarse en el hoy , dejando atrás el ayer y lo que pudo haber sido, ya que solo tenemos este momento. Cuando aceptas el hoy, con todo lo que esto supone, entonces tu mente se conecta con tu cuerpo y en armonía, te puedes parar a plantear los caminos que puedes o quieres seguir, las palabras que quieres decir y los objetivos o metas a alcanzar.

Aceptar las cosas como son, es un ejercicio de sinceridad con uno mismo, de aceptación hacia tu persona, dejando atrás todo lo pueda entorpecer esta maravillosa labor de ser tú mismo en tu esencia.

Cuando aceptas quién eres, lo que eres, lo que vales, es entonces , cuando te respetas y amas, y por consiguiente, estás preparado para amar a los demás, a tus hijos/as, a tu pareja, a tus hermanos/as, a tus padres, a tus amigos/as, es la verdad más absoluta, no te miento.

Es entonces , cuando aceptas quién eres, cuando puedes ofrecer la mejor versión a ti mismo. No es algo inmediato, requiere de esfuerzo, trabajo, fracasos, frustraciones, dolor, pero también de esperanza, renacer, y la satisfacción de saber quién eres.

Por eso a veces, solo te queda aceptar la situación, para afrontarla y sin miedo, comenzar la catarsis del cambio hacia lo que puedas y quieras llegar a ser. Porque, del mismo dolor, vendrá un nuevo amanecer, no lo dudes nunca.